Las Trampas del Azar

Autor: Antonio Buero Vallejo. Dirección: Joaquín Vida. Escenografía: José Hernández. Música: Teddy Bautista. Reparto: Encarna Paso, Carlos Ballesteros, Teófilo Calle, José Caride, Silvia Escobedo y Juan Carlos Rubio.

Una producción de Enrique Cornejo, estrenada en el Teatro Juan Bravo de Segovia; en Madrid, en el Centro Cultural de la Villa.

Nota para el programa de mano.

BUERO: UN CLÁSICO DE VANGUARDIA

Satisfacción; tal fue el sentimiento que experimenté cuando Enrique Cornejo -solitario valedor de autores españoles vivos- me llamó para ofrecerme la dirección del, por ahora, último trabajo de Antonio Buero Vallejo. Decir que experimenté un sentimiento de satisfacción es, naturalmente, una obviedad. Hacer a Buero es hacer teatro grande, teatro de abolengo, teatro enraizado en los conceptos dramáticos de los clásicos griegos. ¿Qué director de escena no se sentría satisfecho ante una oferta de esa envergadura? ' .
Pero sucedió que, cuando volví la última página de "LAS TRAMPAS DEL AZAR", el sentimiento de satisfacción dejó paso al de entusiasmo. No me estaban ofreciendo la dirección de un clásico, de un académico; me estaban proponiendo la puesta en escena de un innovador, de un vanguardista. ¿Qué director de escena no se entusiasmaría ante una propuesta innovadora en lo concerniente a los elementos metalingüísticos de la representación teatral, sobre todo, si proviene del propio autor del texto?
Es, en efecto, extremadamente sugestivo, en estos tiempos en los que no parece haber otra alternativa a la vacuidad formal de los adictos a las nuevas tendencias escénicas que el retorno al sainete, comprobar cómo el autor más representativo
del teatro español de la segunda mitad del siglo XX, todo un clásico contemporáneo, académico de la Real de la Lengua por más señas, confiar a los elementos no literarios del lenguaje teatral la misión de transmitir al público el aspecto trascendental de su nuevo argumento.
Bien es verdad que siempre ha tenido Buero una evidente inquietud por los aspectos formales de la representación; desde sus comienzos, las acotaciones de sus textos proponen exploraciones formales no exentas de una cierta osadía. Pero en "LAS TRAMPAS…" se evidencia como en ningún otro de sus trabajos esta añeja preocupación suya por armonizar estructuralmente los elementos literarios del lenguaje teatral con los que carecen de dicho carácter. Casi me atrevería a decir que es precisamente a. través de estos últimos como quiere hacer llegar al público el sentido profundo de su nueva parábola.
En efecto: la simultaneidad de espacios, la multiplicidad de “roles” para un mismo intérprete, la reiteración exhaustiva de algunos elementos del decorado, etc., despiertan inmediatamente en el lector (estoy seguro de que también lo harán en el espectador) tanta inquietud y curiosidad como1a provocada por la formulación verbal –impecable, por lo demás, desde el punto de vista de la ortodoxia clásica- del propio conflicto, e idéntica fuerza expresiva se puede predicar de ellos en el momento del desenlace.
Texto y gesto se armonizan así en una mutua simbiosis, para articular la clave de un único signo expresivo, por medio del cual accedemos a esta nueva reflexión acerca del carácter egoísta de la naturaleza humana, o del devenir político español en los últimos lustros, o, sencillamente, sobre los negativos efectos psicológicos producidos en Gabriel por la conciencia de culpa -la lectura dependerá, como siempre que se trata de verdadero Arte, de las vivencias de cada espectador-, con la que, bajo el título de "LAS TRAMPAS DEL AZAR", nos reta el más moderno de nuestros clásicos, el más clásico de nuestros vanguardistas.
Joaquín Vida