Mariana Pineda

Autor: Federico García Lorca. Dirección: Joaquín Vida. Escenografía: Juan Vida. Figurines: Joaquín Vida. Música: Manuel Balboa. Diseño de Luces: Carlos Moreno. Reparto: Carmen Conesa, Emilio Gutiérrez Caba, Manuel Bandera, José Mª Barbero, Mª Paz Ballesteros, Yolanda Diego, Miguel Ariza, Carmen Serrano, Ángel Cuevas, Jaime Tijereas, Mª José Extremera e Irene Escolar.
Una producción de E.G. Línea de Cultura para la gala inaugural del Teatro Isabel la Católica de Granada, tras la restauración. En Madrid fue estrenada en el Teatro Bellas Artes.

Fue el espectáculo que más espectadores cosechó de cuantos integraron la edición de 1998 del Festival de Otoño de Madrid.

Nota para el Programa de Mano

La “Mariana…” de Federico

Mariana Pineda fue ejecutada en Granada la mañana del 26 de mayo de 1831, tras un juicio sumarísimo, por haber cometido el terrible delito de pretender para su país un sistema político basado en la libertad, la igualdad, la fraternidad y el principio de la división de poderes. A pesar de que le fue ofrecida la conmutación de la pena a cambio de la delación de sus correligionarios, prefirió el suplicio a cometer semejante traición.
Los historiadores registraron su heroico gesto, los políticos mandaron grabar su nombre en bronce sobre las paredes del Congreso, y el pueblo la convirtió en leyenda, glosando su historia en coplillas y romances. Los primeros se interesaron por sus hechos; los segundos por sus ideas; los terceros por sus sentimientos.
Lorca, poeta que extrajo lo mejor de su producción artística de sus raíces campesinas, cuando se propuso cantar la gesta heroica de su paisana, recurrió, naturalmente, a las versiones que escuchó de niño en boca de los criados y niñeras, o a través de los sones de las canciones de ronda. La Mariana que interesó a Federico fue la Mariana cantada por los granadinos de a pie, no la glosada por los estudiosos, ni la manipulada por los políticos. Una Mariana así no sabía, no podía saber, nada acerca de grandes principios teóricos, ni de ideales abstractos. Sin embargo conocía muy bien el valor de las virtudes tan fundamentales como la lealtad, la fidelidad y el amor.
La heroína de Lorca sólo es tal durante cinco minutos -los últimos de la función- el resto de la representación es una mujer enamorada, nada más (y nada menos), que no puede embridar con el freno de la razón una pasión que la desborda. Exactamente la misma mujer cantada por el pueblo de Granada en coplillas y romances, desde el día siguiente de su ejecución.
Federico García Lorca es un poeta del siglo XX; su arte no tiene como destino entretener el descanso de una burguesía opulenta y ostentosa, ni, aún menos, distraer el tedio de una aristocracia caduca y exquisita; su arte está destinado a amplios sectores populares, depositarios de seculares tradiciones, pero abiertos a nuevas inquietudes y esperanzas. Para ellos escribe sobre mujeres de carne, corazón y hueso, apegadas a las cosas de la tierra, pero capaces de remontarse hasta las abstractas esferas de la heroicidad; para ellos inventa nuevas fórmulas cultas, partiendo de las más añejas y populares; para ellos introduce el romance popular dentro del teatro burgués, con la intención de acercar los gestos y actitudes de los héroes a las vivencias y sentimientos del común de los mortales.
La Marianita de Lorca no es un ser especial, adornado de raras virtudes, y capacitado para acometer las más nobles acciones. La Marianita de Lorca es una mujer común, sujeta a pasiones y sentimientos comunes, que, en especiales circunstancias, es capaz de actuar heroicamente, como, en análogas situaciones, podría llegar a hacer cualquier mujer bien nacida.
A dar la vida de nuevo a tal mujer, a revivir su gesta, sus sentimientos y pasiones, he dedicado los últimos cuatro meses. No ha sido fácil tarea (no soplan buenos tiempos para la lírica), pero he contado con la excepcional ayuda de la extraordinaria sensibilidad de Carmen Conesa, para conseguir tan arriesgada reencarnación, así como con el impagable talento de Emilio, la concienzuda aplicación de Manuel, la inapreciable sabiduría de M. Paz, José M. y Miguel, la frescura de Cristóbal, la gracia de Yolanda, el certero instinto dramático de Carmen y M. José, la profesionalidad de Jaime y la eficacia de Ángel; con el arte, en suma, de todos ellos. Sin él me habría sido imposible acometer la arriesgada empresa de poner en pie uno de los textos más líricamente exquisitos de la literatura dramática española. Mi agradecimiento a todos.
Mi agradecimiento también a Carlos Moreno por su eficacia profesional, a Manuel Balboa y a Juan Vida, por haber puesto toda la riqueza de su capacidad creadora al servicio de nuestro espectáculo, y, muy especialmente, a E. G. Línea de Cultura, por la valentía y el arrojo de que hace gala, al iniciar su trayectoria como productora de teatro contradiciendo la dinámica mercantilista, actualmente imperante, apostando por un texto difícil, de incuestionable calidad, pero del que se podría decir, al igual que de la ciudad que lo vio nacer, que es un "paraíso cerrado para muchos".
Joaquín Vida